martes, 16 de agosto de 2011

EL DIA TIENE 24 HORAS, 24 horas al día trabajaba Banchero


Cuando uno pregunta a los pescadores que conocieron a Banchero en sus primeros días de Chimbote qué era lo que más les llamaba la atención, la respuesta es uniforme: la enorme capacidad  de trabajo.”Es increíble como trabajaba ese hombre –cuenta Luis Barrera- a  cualquier hora uno se lo podía encontrar. El siempre decía un día perdido no se recupera nunca”. “Si. –ejemplifica don Manuel Guerrero–  una vez yo ya había hecho dos salidas  y eran como las tres de la tarde. Le dije Lucho aquí me planto, y me dijo “no pierdas tu tiempo” y, ya ve salí por tercera vez y así hacia él siempre”. Sin embargo se daba tiempo para todo.”Cuando alguien le invitaba a  tomar unos tragos, paraba, luego hacia conversación y luego regresaba al trabajo, al muelle o a la fabrica” confirma Barrera. El viejo pescador Macchiavelo recuerda otra costumbre antigua: “andaba con una libretita negra pregunta y pregunta por todas las cosas en la pesca y las iba apuntando, creo que nunca salió a la mar, pero sabía de todo igual que nosotros”.

Al comienzo Banchero compraba el bonito a lanchas de propietarios independientes. Ya bien afianzado en el negocio empezó a comprar lanchas propias. Ya Banchero estaba cruzando el lindero que separa la pequeña de la gran industria. Ocurre que el auge  de las conservas  de pescado  coincide con la  guerra de Corea - Estados Unidos. El gran proveedor necesita su producción para los marines, y la demanda europea aumenta considerablemente. Por eso para Banchero en ese momento lo importante era producir sin detenerse un minuto. Junto con él había otros industriales conserveros, pero ninguno siguió un proceso expansivo comparable.

Casi simultáneamente a la compra de sus primeras lanchas boniteras empieza a interesarse en la harina de pescado, un producto exótico que ya se elaboraba, pero sin mayor empeño. Alguien dijo que Banchero fue un gran ejecutor  de ideas a medio trabajar sin duda el caso mas evidente es el de la harina. Fue por entonces que personalmente empieza a formar su equipo de pesca. Recluta a Lucho Barrera, a Angel Balazar, más conocido como "Charol", a Manuel Guerrero Balazar, a quien mejor se identifica como "Chiroca"; todos ellos pescadores de leyenda. Surgen la "Roxana", la "Fiorina" y la "Marilú", bolicheras que se identificaban con los colores verde, blanco y rojo; y más tarde vendrían la "Ana María", la "Mariella" y la "Giuliana", bautizadas siempre con los nombres de sus sobrinas.

Fue por esta época en que Banchero conoció a Daniel Santos Castro, pescador propietario de tres lanchas, a quien en Chimbote más conocían como "Cara de Papa" el primero de una lista de amigos y conocidos que tendría en ese mundo rudo y violento al cual no eran ajenos inclusive algunos desadaptados. Banchero, en efecto era un conocedor de la naturaleza humana, más de un ángel caído con intención de regenerarse con un trabajo honrado encontró cabida en las planillas de "Florida", y más tarde de las de naviera "Humboldt", "Los Ferroles" y sus otras empresas, que acogerían a nombre y apellidos que antes solo figuraban en comisarías y juzgados.

El 22 de octubre de 1955 "Florida" empezó a producir, tras superar una serie de contratiempos. No era época de abundancia de bonito, la materia prima de la actividad conservera, pero a fuerza de habilidad y coraje había logrado asegurar su abastecimiento.

En el ínterin Banchero había asumido, a la muerte de su socio Carlos Manucci, el control total de "Florida". No fue una maniobra especulativa, sino simple y llanamente el resultado de la ignorancia de los deudos en relación a la perspectiva de los negocios del empresario fallecido.

Fue, en este caso, la viuda de Manucci quien cedió las acciones de su difunto marido en "Florida" por la ilusoria seguridad del plato de lentejas de los negocios de Kendall. El 30 de marzo de 1956, Laura Vega Vda. de Manucci trocó su participación legal en "Florida" (36 %), de lo que pronto sería el más grande imperio del mundo en materia de pesca, por el negocio de los lubricantes, que no tardaron en irse a pique sin una mano que los promoviera, y vendiera adecuadamente.

Ya como único dueño de "Florida", pues Banchero también había cedido a su socio De La Riva su parte de Productos y Forrajes a cambio del resto de acciones de la envasadora de pescado, la segunda empresa de su género, después de Coishco y delante de otras cuarenta y cuatro más antiguas. El propio Lucho Banchero luchaba el pescado en el muelle, garantizando la materia prima de la envasadora.

En junio de 1956 Banchero da otro gran paso: planea instalar su fábrica de harina. Forma la Compañía Industrial Pesquera del Pacifico Sur, de la mitad de cuyo capital es propietario. Su socio es Wilbur Ellis, un experimentado inversionista de la pesca industrial, propietario de otras fabricas en el litoral. Más tarde le cambiará el nombre a "Pesquera Humboldt".

A fines del 1956 establece la pesquera Humboldt. Era una fábrica muy pequeña  tanto que la sola Fiorina de 60 toneladas era suficiente para abastecerla. Para entonces empezaba igualmente a afinarse la práctica de Banchero en el comercio internacional. El comercio de su atún enlatado lo entrenó en el trato de compradores extranjeros  y le dio la educación básica financiera.

- Esta lancha es de mi hijo. En el muelle del Callao, frente a la "Fiorina", habla doña Florentina Rossi Vda. de Banchero. Su hijo le ha dicho que en el muelle tiene una lancha en la cual puede dar un paseo. Charol, quien le ha dicho que la bolichera es "de un señor Banchero Rossi", le responde cortésmente: "Entonces esta lancha es también suya señora" y la hace subir para darle el paseo.

Pero no todo iba a caminar bien. Hay momentos en que los socios no entienden las proyecciones, y no comparten las urgencias. Banchero era uno de esos empresarios que no dejan para mañana lo que pueden hacer hoy. A su juicio, Wilbur Ellis marchaba lentamente, no daba paso a su iniciativa de duplicar la producción, instalar más fábricas en Chimbote y en el Callao, comprar nueva maquinaria, crecer, crecer. El empresario no vaciló en buscar nuevos negocios, y entabló negociaciones con el yugoeslavo-norteamericano Martín Bogdanovich, épico pesquero internacional, propietario de Star Kist, quien ya tenía participación importante en la industria nacional.

No se habían cumplido tres meses de que Humboldt operaba, cuando ya Banchero formaba su tercera gran empresa de la pesca: Compañía Pesquera Los Ferroles, con un modesto capital de un millón doscientos mil soles. Su socio principal : Star Kist Peruana, pero siempre él controlando el negocio, como el gerente general, aunque Bogdanovich estaba representado por George Goglo en la presidencia del directorio.

A fines de 1957, "Los Ferroles" aumentaría su capital a diez millones de soles, mitad pagado y mitad en cartera, y pronto sería la fábrica más moderna del litoral. Humboldt entretanto se rezagaba, y llegó el momento de tomar una gran decisión.

- Yo no nací para tener socios-. Se lo decía Banchero a Juan Sagarvarría, en uno de esos instantes de confidencia. "No puedo continuar con Wilbur Ellis" decía, y la respuesta del amigo no se hizo esperar; "o vendes o compras". Eso pienso hacer -dijo él- y en el futuro donde veas mi nombre ten la seguridad de que soy el único dueño. 

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