La estancia en el glorioso Crillón del empresario pesquero. Otrora hombre más rico del Perú vivía en su mejor hotel.
Célebre fue el alojamiento del empresario pesquero y fundador de la empresa periodística Epensa, Luis Banchero Rossi, en una suite presidencial del hotel de la Av. La Colmena. Como se sabe, Banchero fue asesinado en el año 72. Su caso conmocionó la sociedad peruana y dio origen a la película “Muerte de un Magnate” de Francisco J. Lombardi y el libro “El Caso Banchero” de Guillermo Thorndike.
El periodista César Lévano, quien solía frecuentar la famosa fonda luego de los cierres de jornada madrugadores y se encontraba con Banchero, recuerda que éste le dijo, acompañado de un buen lomo y pisco sour: “¿Por qué no alquilo una casa? Porque en el Hotel Crillón tengo todo: lavandero, cocinero, mozo, empleados. Si tuviera una casa tendría que contratar el personal entero. Y suficientes preocupaciones ya tengo. En cambio, aquí, si necesito una camisa me la planchan y dejan lista en la noche”. Y es que Banchero, corpulento y karateca, podía pagarlo.
Era el hombre más rico del Perú. Sus fábricas producían más harina y aceite de pescado que la Unión Soviética o el Japón. Y el Crillón, involuntariamente, se convirtió en uno de los epicentros de una intriga criminal, cuyo antagonista fue el jardinero Juan Vilca, de 48 kilos, enjuto y presunto asesino de Banchero. En el célebre libro de Thorndike, acompañado por el no menos célebre recuento de lo inminente (“Faltan 200 horas”), curiosamente el Crillón aparece desde el arranque (“El Chino bajó del taxi, caminó arriba y abajo por La Colmena casi desierta, cerciorándose que no lo seguían, que nadie vigilaba la puerta del Hotel Crillón”). Justamente, ese fue el último lugar público de donde Banchero salió y fue visto, antes de su encuentro con la muerte (“Borthayre –administrador del hotel– reparó en el rostro ceniciento. “Como quien va al funeral de su madre”, pensó”).
Nunca se sabe qué hizo Banquero en esas horas finales entre su salida del Crillón y la llegada a su casa en Chaclacayo. Una casa relativamente reciente, que la adquirió pensando seguramente en dejar el Crillón. Entonces pasó lo que pasó. Si Banchero se hubiera quedado en el hotel, el Perú se hubiera ahorrado una de sus más sonadas crónicas rojas.
Artículo Publicado en Caretas
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